por Laura Hernández y Ángel Soler
Ausencia de formación: el paro de hoy y el paro de mañana
El último año estamos oyendo hablar bastante de la llamada generación “ni-ni”, pero ¿qué hay tras este conjunto de personas? Atendiendo a la relación de los jóvenes con el mercado laboral y si realizan o no algún tipo de formación, estos se pueden clasificar en 4 grupos: los que solo estudian, los que solo trabajan, los que compaginan estudios y trabajo, y, finalmente, los que ni estudian ni trabajan. Especialmente preocupante es la situación de este último colectivo que, junto con el abandono escolar temprano, recibe especial atención por parte de la Comisión Europea.
Una de las razones principales de convertirse en inactivo tras finalizar o abandonar los estudios suele ser por motivos familiares o personales, pero son también especialmente preocupantes los jóvenes parados que no realizan ningún tipo de formación – reglada o no – que les ayude a acceder al mercado laboral. Estos parados, pese a estar mostrando la iniciativa de buscar empleo activamente, no están poniendo todo de su parte al no realizar ningún tipo de formación complementaria. Uno de los problemas de los “ni-ni” es precisamente la dificultad asociada a encontrar un trabajo, dada la dramática coyuntura laboral a la que se enfrentan los jóvenes, con altas tasas de desempleo, especialmente entre los menos formados, y cómo estos problemas pueden persistir en su trayectoria laboral.
Los gráficos 1 y 2 muestran la evolución de la tasa de paro juvenil, de la tasa de abandono escolar temprano* y de la proporción de “ni-ni” sobre el total de jóvenes, tanto para España como para la media de los 27 países de la Unión Europea.
Por un lado encontramos una tasa de abandono escolar temprano que parece haberse clavado en el 30% desde hace algo más de 10 años. En la UE-27 esta tasa toma un valor del 14,4%, presenta un perfil descendente y el objetivo está en situarla en 2020 por debajo del 10%. Obviamente España no va a contribuir significativamente al logro de este objetivo puesto que ni siquiera muestra una tendencia a la reducción. De estos jóvenes que han abandonado sus estudios se nutrirá la tasa de paro juvenil y posteriormente la general. Así, la tasa de paro juvenil, que aproximadamente viene a ser en España el doble de la tasa de paro global, ha pasado de un 18,2% en 2007 (último de reciente expansión económica y reducción del desempleo) a un 41,6% en 2010, doblando el valor de la Unión Europea en este indicador. Las perspectivas para la tasa de paro juvenil tampoco son favorables, no se espera una rápida asimilación de estos parados por el sistema productivo, aunque como señala Lorenzo Serrano en esta entrada anterior, esperemos haber encontrado el máximo en el primer trimestre de 2011, que arroja una tasa de paro juvenil del 45,4%.
En cuanto a los jóvenes que ni estudian ni trabajan, nos encontramos con una proporción que va desde el 14,4% en 2000 al 22,4% en 2010. En valor absoluto estamos hablando de casi 800.000 jóvenes que no estando ocupados no reciben ningún tipo de formación. Si nos centramos los “ni-ni” inactivos, estos suponen entre el 6% y el 7% de los jóvenes y se mantienen bastante estables a lo largo del periodo, por lo que el aumento de los “ni-ni” se debe sobre todo a la inclusión de los parados, afectados directamente por la coyuntura económica y laboral.
Los “ni-ni” mediáticos
Entre los jóvenes que ni estudian ni trabajan se esconden situaciones vitales, sociales y laborales muy diferentes, de las que depende la definición y la cuantificación de este colectivo. De la idea inicial que se suele tener del joven “ni-ni” sin iniciativa, indiferente y falto de ilusión que no se molesta en formarse ni en siquiera buscar un trabajo (arquetipo surgido de los medios de comunicación) al colectivo de los que no estudian ni trabajan, que habitualmente suelen confundirse, existirían grandes diferencias. Estas no se darían únicamente en el volumen del colectivo en sí, sino en los comportamientos y actitudes de los jóvenes.
Con el objetivo de intentar cuantificar a los “ni-ni” más mediáticos, vamos a optar por prescindir de los jóvenes parados, que, aunque no estudien, sí están mostrando cierta iniciativa en el hecho de buscar trabajo de forma activa, además de que pueden encontrarse en paro por una situación coyuntural. En resumen, los jóvenes que no trabajan son parados o inactivos, pero en un sentido más estricto se podría pensar que un “ni-ni” mediático tampoco buscaría un empleo activamente, es decir, no sería un parado sino un inactivo.
¿Bastaría entonces con limitarse al colectivo de inactivos que no estudian para obtener una definición más próxima al concepto de jóvenes desilusionados y sin iniciativa? Entre los inactivos se podría centrar la atención en los jóvenes que no son responsables de la vivienda o no forman parte del servicio doméstico, es decir, los que viven de sus padres o familiares más directos (un ejercicio similar fue realizado para 2009 en el blog de WonkaPistas).
Entre los inactivos se dan también diversas situaciones de inactividad, como sufrir algún tipo de incapacidad, estar dedicado a las labores del hogar, estar realizando algún servicio de voluntariado a la sociedad… ¿Se debería, entonces, incluir a estos inactivos entre los jóvenes “ni-ni” mediáticos?
Como se observa en el gráfico 3, a medida que vamos siendo más estrictos en la definición para captar a los jóvenes más pasivos vital y laboralmente, este colectivo disminuye significativamente. La primera categoría que analizamos es la de los inactivos, que en 2010 abarca a 221.000 jóvenes, suponiendo un 6,3% de la población de esta edad. Si precisamos más y excluimos de los inactivos a aquellos sujetos que no son responsables de la vivienda, es decir, nos ceñimos a hijos, nietos, etc… llegaríamos a los 170.000, suponiendo un 4,9% en 2010. Por último podemos excluir de esta última cifra a los discapacitados, a aquellos que se dedican a las labores del hogar, a los que ejercen el voluntariado en la sociedad y a los pensionistas (no jubilados), suponiendo tan solo 50.000 personas de 18 a 24 años, es decir, un 1,4% de la población joven.
Evidentemente, este es un ejercicio que proponemos como prueba para captar mejor el perfil que nos suelen describir en televisión** o prensa, sujeto a todo tipo de apreciaciones. Por su parte, el reciente informe Injuve, siguiendo su propia metodología para extraer de la EPA una definición satisfactoria de los “ni-ni” (“jóvenes entre 16 y 19 años que no están trabajando, ni estudiando, ni en vacaciones, que no asumen responsabilidad familiar ni están incapacitados por enfermedad o discapacidad y no están a la espera de un próximo trabajo”), cifra a este colectivo en cerca de 137.000 jóvenes en el tercer trimestre de 2009.
Así pues, ¿se trataría realmente de un problema tan alarmante como algunos medios de comunicación nos dan a entender? Evidentemente, el problema es grave: cerca de 800.000 jóvenes ni estudian ni trabajan, pero pese a mostrar signos poco positivos en el hecho de no estudiar ni trabajar, no podrían relacionarse directamente con esa idea estereotipada de pasotismo exagerado e irreverencia juvenil. Se nos habla de esos 800.000 jóvenes como la generación perdida y pasota, cuando detrás de cada situación hay un problema particular, y no todos se pueden meter en el mismo saco. No obstante, el problema existe, y es grave, como se observa al analizar la trayectoria en los últimos años y compararla con la de la UE-27.
Además, si tomamos conciencia de que en España contamos con 558.559 parados entre 18 y 24 años que no están realizando ningún tipo de formación en 2010 y que suponen el 16% de la población en esa cohorte de edad la situación parece revestir mayor gravedad. La cifra es así de rotunda: el 69,5% de los jóvenes parados entre 18 y 24 años no ha realizado ningún tipo de formación***, en un país donde la tasa de paro juvenil en el primer trimestre de 2011 es del 45,4%.
*Jóvenes entre 18 y 24 años que no reciben ningún tipo de formación y su máximo nivel educativo es de secundaria obligatoria
**Un ejemplo claro lo encontramos en la cifra que ofrece La Sexta en el texto explicativo de su programa dedicado a los “ni-ni”, cifrándolos en el 15% de la población de 16 a 24.
***En la EPA se pregunta al sujeto acerca de si ha realizado algún tipo de formación en las últimas 4 semanas.
el problema de los jóvenes de hoy creo que la tenemos los padres por facilitarles todo antes de que lo pidan .Los hemos educado con todos los derechos adquiridos no me gusta generalizar pero cualquier esfuerzo por si mismos en una pared con la que se estrellan demasiado a menudo