Ofrecer alta remuneración por los depósitos está penalizado por la medida del Ministerio de Economía y Hacienda aprobada hace menos de una semana. Se argumenta que la mayor contribución al Fondo de Garantía de Depósitos que tendrán que realizar las entidades que entren en la guerra del pasivo limitará el riesgo y evitará comportamientos individuales de asunción excesiva de riesgos que se podrían estar tomando debido a la rivalidad por captar depósitos. Sin embargo, no tengo claro que frenar la guerra del pasivo mediante la penalización que supone la modulación de la aportación al Fondo de Garantía en función de la política de precios sea necesariamente beneficioso: porque los altos tipos de interés de los depósitos surgen por la necesidad de captar financiación de los bancos y cajas, porque la medida no liga la contribución al Fondo con el riesgo realmente asumido por la entidad, y porque los principales perjudicados son los ahorradores.
Tiene razón Joaquín Maudos en sus comentarios (aquí o aquí) cuando habla de la racionalidad de que, dadas las dificultades para captar pasivos en los mercados internacionales, algunas entidades financieras adopten estrategias agresivas para captar depósitos. También estoy completamente de acuerdo en que el que las entidades que han recibido ayudas públicas entren en estas guerras podría ser considerado competencia desleal y no se debería permitir.
Veamos por qué tengo dudas sobre la efectividad de la medida:
1. En la economía los precios, en este caso los tipos de interés, son indicadores de escasez relativa. El tipo de interés que una entidad financiera estará dispuesta a pagar por un depósito dependerá, entre otros factores, del precio de los productos sustitutivos, es decir, de cuánto le cuesta financiarse en otros mercados. De acuerdo con la información del Banco de España, en el mes de abril (último dato disponible) el tipo de interés medio pagado por las entidades de crédito por los nuevos depósitos de los hogares a un año era del 2,53% y 2,89% a dos años frente al 2,01 del euríbor. Por lo tanto, no parece que para el agregado del sector, la guerra del pasivo esté teniendo una repercusión sobre el tipo de interés promedio que pagan las entidades. ¿Cuál sería el tipo de interés que tendría que pagar una entidad en los mercados mayoristas en lugar de financiarse mediante depósitos? Es difícil obtener información, pero supongamos que el tipo de interés de la deuda pública es una cota inferior al coste que las entidades bancarias tendrán que enfrentarse. Pues bien, en la subasta de Letras a un año del 14 de abril el Tesoro Público tuvo que pagar un tipo de interés medio del 2,8% (2,9% marginal), sólo algo superior al 2,53% pagado en depósitos a un año. Es de suponer que el coste de la financiación en los mercados mayoristas de las entidades de crédito, especialmente de algunas cajas de ahorros, sea sensiblemente mayor que lo que tiene que pagar el Tesoro Público. Por ejemplo, el Banco Popular realizó una emisión de deuda sénior a dos años el día 6 de abril de 2011 con un cupón del 4,625%, superior a lo que ofrecen algunas de las entidades que han entrado en la guerra, que ha llegado al 4%.
Todo esto muestra que si las entidades bancarias aumentan la rentabilidad de sus depósitos es por la necesidad de obtener financiación, siendo esta un bien escaso en la actual coyuntura. Esto es precisamente lo que se observa en el gráfico 1. Desde el comienzo de la crisis financiera en el verano de 2007, las necesidades de liquidez han propiciado un incremento de los tipos de interés de los depósitos en España por encima de lo que se observa en el conjunto de países de la eurozona. Esta diferencia está en estos momentos en los 20 puntos básicos y llegó a niveles máximos en 2009.
2. La medida aprobada por el Gobierno justifica la penalización en términos de mayor aportación al Fondo de Garantía de los depósitos cuya rentabilidad exceda los límites establecidos, para evitar que las políticas de remuneración socaven la solidez de las entidades financieras y desestabilicen el sistema bancario a través de incentivar la asunción excesiva de riesgos. Es cierto que una mayor remuneración del pasivo se traducirá en mayores costes financieros. Pero no significa necesariamente que esto suponga un mayor riesgo. En primer lugar, si el mayor coste de la financiación es compensado con mayor eficiencia de gestión, o con mayor rentabilidad de las inversiones realizadas con la financiación obtenida de estos depósitos, no tendría por qué verse mermada la rentabilidad y por ende aumentar el riesgo. Además, el impacto sobre la cuenta de resultados de estrategias de alta remuneración de los pasivos dependerá también de cuál es la base de depósitos que tienen las entidades bancarias. Si el peso de los depósitos en el balance de la entidad es reducido, el impacto en la cuenta de resultados de incrementar su remuneración será también pequeño. Por ejemplo, entrar en la guerra del pasivo no tendrá el mismo impacto sobre la cuenta de resultados para el Banco Santander, donde los depósitos de la clientela representan el 44% de los activos totales, que para el Banco Popular (68,4%), la Caixa (59%) u Open Bank (94%) (Fuente AEB y CECA, balance no consolidado, datos referidos a febrero de 2011). Si lo que se quiere es ligar la aportación que cada entidad realiza al Fondo de Garantía con el riesgo asumido por la entidad, cosa que parece razonable, debería utilizarse otra medida de la exposición al riesgo distinta al tipo de interés de los depósitos. Por ejemplo, con el esquema que ha aprobado el Ministerio, en el caso hipotético de dos entidades con el mismo volumen de depósitos, si una de ellas supera los umbrales establecidos, su aportación al fondo sería mayor, incluso si este primer banco estuviese completamente saneado y el segundo tuviese el 90% de sus activos concentrados exclusivamente en el mercado inmobiliario.
La guerra del pasivo iniciada por algunas entidades sitúa a las demás en la tesitura de tener que responder con subidas en los tipos de interés o ver cómo se reduce su volumen de depósitos por lo que, efectivamente, puede tener efectos sobre la situación patrimonial de algunas entidades. Pero, en mi opinión, el problema no está en el elevado tipo de interés, sino en las dificultades para acceder a los fondos mayoristas. La solución debería ir encaminada a acelerar las reformas del sector financiero en curso asociadas a los problemas que tienen algunas entidades y que dificultan que el conjunto acceda a los mercados mayoristas internacionales en buenas condiciones.
3. Una cuestión adicional son las consecuencias sobre las operaciones activas de tener que pagar mayor tipo de interés por los pasivos. Puede suceder, por un lado, que las entidades que entren en las guerras incrementen los tipos de interés de sus operaciones activas. Si estas entidades pueden realizar esto sin perder cuota de mercado es que la estructura del mercado no es competitiva, y esto también debería ser objeto de atención. Por otro lado, las entidades de crédito que participan en estas guerras pueden buscar proyectos de inversión más arriesgados y, por tanto, con mayor rentabilidad. En este caso, la solución debería estar o bien en un mayor requerimiento de capital para sostener la solvencia, no con un aumento de la prima que se paga al Fondo de Garantía, o bien ligando esta prima al nivel de capitalización.
4. Otro aspecto negativo de la medida es que al aumentar la contribución al Fondo de las entidades que ofrecen tipos de interés más altos se está penalizando el ahorro de los hogares, especialmente de aquellos con menor nivel de renta. No hay que olvidar qu el depósito es la forma de ahorro más extendida en la economía española. De acuerdo con la última Encuesta Financiera de las Familias (2008), el 91% de los hogares disponían de Cuentas y Depósitos utilizables para realizar pagos y el 24% poseía Cuentas no utilizables para realizar pagos, concentrando el 49% del patrimonio financiero de las familias. Además, a menor nivel de renta o de ingresos, la importancia del depósito como instrumento de ahorro es mayor: para el 50% de las familias con menor nivel de riqueza, los depósitos representan el 72% de su patrimonio financiero.
Si en estos momentos hay necesidades de liquidez el ahorro es un bien escaso, por lo que es normal que se pague un precio alto por los depósitos, especialmente por parte de aquellas entidades que más dificultades tienen para financiarse. Siendo buena idea ligar las contribuciones al Fondo de Garantía de Depósitos al riesgo asumido, ¿es el tipo de interés de los depósitos el mejor indicador de riesgo o debería utilizarse algún indicador de la solvencia? Por último, puestos a influir en las políticas de precios, ¿por qué no penalizar de algún modo también a las entidades que fijen un tipo de interés elevado a los préstamos hipotecarios o a los préstamos a empresas ya que por esta vía se retrasa la salida de la crisis? Seguramente muchos de los clientes bancarios verían esta propuesta también justa y contribuiría a la recuperación del consumo y la inversión.
Comparto en general la argumentación que se desarrolla aquí, pero me queda una duda. Parece que en estos momentos el ahorro no es realmente un bien escaso (los niveles de ahorro están en cotas muy altas). En ese caso la intervención gubernamental podría tener como justificación evitar alcanzar un «equilibrio malo» para la banca, en el sentido de que con la guerra del pasivo podría ocurrir que, al final, no cambiara gran cosa la distribución de recursos captados pero se hubieran elevado los costes. Si así fuera, esta medida resultaría perjudicial para los consumidores (al menos a corto plazo) y estaríamos de nuevo en un contexto en el que parece confundirse la estabilidad del sistema financiero con las cuentas de resultados de la banca.