4.000 millones de euros de deuda, 300 jugadores sin cobrar, 22 equipos en concurso de acreedores… Estos son algunos de los datos que ilustran la insostenible situación económica de los clubes de fútbol españoles. En cualquier otro sector de actividad no sería necesario recordar que las empresas deben ajustar sus gastos a la corriente de ingresos. Pero en el fútbol, lo obvio tiende a convertirse en una quimera. En parte debido a la exuberante preferencia por el gasto de los directivos. Y en parte porque, salvo honrosas excepciones, siempre vinculadas a equipos menores y con escasa visibilidad política, los gobiernos demuestran con hechos que no tienen intención alguna de dejar caer a los clubes insolventes. Puesto que nuestros equipos parecen ser Too Emotional to Fail y dado que el sentimiento futbolístico no parece disminuir sino aumentar con el paso del tiempo, convendría dotarnos de herramientas para minimizar los daños colaterales de las burbujas futbolísticas.
1. Sanciones deportivas por el impago de obligaciones financieras
La primera posibilidad consiste en introducir mecanismos para alinear los incentivos deportivos y financieros de los clubes. Ya que los equipos se endeudan para alcanzar objetivos deportivos, parece lógico privarles de los mismos en caso de default. En España, un convenio firmado por la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) establece la exclusión de las competiciones profesionales de aquellos clubes que dejen de pagar a sus jugadores. Y en las ligas amateurs, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) sanciona el impago de las nóminas con descensos de categoría.
Aunque la reglamentación deportiva es clara con respecto a la morosidad, en la práctica las cosas son bien diferentes. Al objeto de favorecer la supervivencia de los equipos, los descensos administrativos quedan inmediatamente suspendidos cuando los clubes se acogen a la Ley Concursal. De este modo, un equipo que haya ascendido a primera división incurriendo en pérdidas millonarias, puede conservar la categoría y librarse del 50% de la deuda que mantiene con futbolistas y otros clubes. Por supuesto, esta situación genera un problema de azar moral, cuyas consecuencias son exactamente las que usted imagina. La asunción de riesgos financieros se ha disparado en los últimos años y cada vez más equipos acuden al Juzgado con la sana intención de adelgazar su pasivo a coste cero.
El anteproyecto de reforma de la Ley Concursal, actualmente en trámite parlamentario, pretende poner solución a este problema, evitando que los equipos en concurso se beneficien de la suspensión de los descensos por impago. Pero lamentablemente, y como corresponde al mencionado carácter quimérico de la obviedad futbolística, no hay consenso político a este respecto. Recientemente, el portavoz de deportes del Partido Popular declaró a la Voz de Galicia que «esa modificación resultaría sumamente peligrosa, porque si el equipo pierde la categoría nunca pagará y los perjudicados serán los deportistas, que no cobrarán sus salarios». Confiemos en que finalmente impere la cordura y el borrador de la reforma se apruebe en los términos previstos, eliminando los incentivos de los clubes a acometer inversiones que sencillamente no pueden asumir. Gestionar un equipo de fútbol no puede seguir siendo un ejercicio de equilibrismo con red.
2. Poniéndole puertas al mecenazgo
Algunos analistas señalan que la situación económica de los clubes viene motivada por una inflación sin precedentes en los salarios de los futbolistas, debida en parte a la mejora de los contratos de televisión, pero fundamentalmente a aspectos ajenos a la lógica comercial del negocio. El mecenazgo y la expansión del crédito habrían generado desigualdades crecientes en la calidad de las plantillas, obligando a los clubes a gastar por encima de sus posibilidades para poder competir sobre el terreno de juego.
Con la intención de limitar las inyecciones de capital ajenas al negocio futbolístico, la UEFA aprobó en mayo de 2010 un paquete de medidas que bautizó con el nombre de Fair Play Financiero. En el futuro, la concesión de las licencias para participar en competiciones europeas quedará condicionada al nivel de déficit registrado por los clubes. En concreto, a partir de la temporada 2013/2014 aquellos equipos que acumulen más de 5 millones de euros de déficit durante los tres ejercicios anteriores a la solicitud de la licencia quedarán excluidos de la competición. No obstante, durante un periodo transitorio que se extenderá al menos hasta la temporada 2017/2018, se permitirá a los clubes compensar el déficit con aportaciones de los socios hasta un máximo de 10 millones por temporada [1].
Sin entrar a valorar la idoneidad de los objetivos propuestos, es evidente que la eficacia de la iniciativa depende de la calidad de la información contable suministrada por los propios clubes, a partir de la cual y en función de unas reglas concretas, la UEFA obtendrá el indicador de déficit que utilizará para resolver la solicitud de la licencia [2]. Obviamente, cualquier error -voluntario o no- cometido por los solicitantes al elaborar sus cuentas anuales podría afectar al requisito impuesto por la UEFA. ¿Jugarán limpio los clubes? La experiencia acumulada con respecto a este tipo de situaciones en otros sectores de actividad no resulta muy halagüeña. En banca, seguros y otras actividades no financieras sabemos que las empresas tienden a manipular las cifras contables para cumplir los requisitos exigidos por el regulador.
No disponemos de literatura al respecto en el mundo del fútbol, pero los antecedentes no invitan precisamente al optimismo. La cuota de mercado de las firmas internacionales de auditoría en los clubes de primera división es mínima. De hecho, alguna de estas firmas se ha desmarcado públicamente del sector por el elevado riesgo de auditoría que comporta. Y las cifras reportadas en las cuentas anuales suelen generar una gran controversia. A modo de ejemplo, recuerden el episodio de la aprobación de las cuentas anuales del Barça, correspondientes a la temporada 2009/2010. La discrepancia entre la cifra de beneficios publicada por la Junta Directiva saliente y la finalmente aprobada por el nuevo equipo directivo alcanzó la cifra de 89 millones de euros, ¡tres veces el tope máximo de déficit permitido para un periodo de tres años!
De ahí la importancia que la UEFA otorga a la elección del auditor de cuentas por parte de los clubes que aspiran a participar en competiciones europeas. La normativa recientemente aprobada les obliga a contratar a un profesional independiente inscrito en el registro de la IFAC (International Federation of Accountants). Permítanme que sea escéptico. ¿Se imaginan ustedes al auditor de cuentas del Real Madrid manteniéndose firme en la aplicación de un criterio de valoración contable a resultas del cual el equipo quedara excluido de la Champions League?
3. Un nuevo vector de objetivos
Mientras la UEFA comprueba si es capaz o no de ponerle puertas al campo, una revolución silenciosa amenaza con introducir cambios de hondo calado en el gobierno corporativo de los clubes de fútbol. Los aficionados de base empiezan a organizarse para ganar influencia en la gestión de los equipos. En el Reino Unido, una iniciativa del gobierno laborista dio lugar a la creación en enero de 2000 de Supporters Direct, una organización de ámbito privado que asesora a los fans a la hora de constituir asociaciones de pequeños accionistas. En Alemania, los clubes se estructuran como Verein, asociaciones que gozan de un estatuto jurídico independiente y pertenecen al menos en un 51% a los aficionados. Y en España, cabe recordar que los equipos de fútbol también operaban como asociaciones hasta la entrada en vigor de la Ley del Deporte de 1989.
Lógicamente, estas iniciativas no pretenden retroceder a tiempos pretéritos en que los abonados cambiaban presidentes desde la grada a golpe de pañuelo. Se trata simplemente de que los clubes reconozcan que su objetivo no consiste únicamente en ganar partidos, sino también en dar satisfacción a su hinchada, promoviendo unos valores éticos con los cuales la gente se pueda identificar, fijando precios razonables y horarios decentes, desarrollando el fútbol base y convirtiendo el estadio en un lugar adecuado para invertir el tiempo de ocio en compañía de familiares y amigos. Un artículo reciente, firmado por los profesores Madden y Robinson de la Universidad de Manchester [3], demuestra teóricamente que al aumentar la influencia de los aficionados en la gestión de los clubes, el gasto en jugadores disminuye, los precios son más asequibles y la asistencia de público a los encuentros aumenta. Ello explicaría por qué la Bundesliga, cuyos clubes pertenecen a los aficionados, es la competición con mayor presencia de espectadores en las gradas y, al mismo tiempo, la menos endeudada de Europa.
En Valencia…
Los dos clubes más representativos de la ciudad de Valencia, Levante UD y Valencia CF (por orden de antigüedad), cuentan con la herramienta perfecta para poner en práctica una gestión consensuada con la afición. Tanto la Fundación Cent Anys como la Fundación del Valencia CF, ostentan un porcentaje mayoritario de las acciones, que podrían utilizar para imponer estrategias más ligadas a los objetivos extradeportivos de los aficionados, cuyos intereses en teoría defienden. No obstante, los miembros de ambos patronatos han sido nombrados directamente por los consejos de administración de los clubes, sin que hasta la fecha, los aficionados hayan podido elegir directamente a sus representantes. En definitiva, existe la herramienta pero todavía no la voluntad política de incorporar a la función de objetivos de los clubes valencianos argumentos distintos de la mera maximización de las victorias deportivas.
Sin embargo, y como demuestra el caso alemán, promover la dimensión social del fútbol no es sinónimo de pérdidas, sino muy probablemente una condición necesaria para la recuperación del sector. En palabras de José Luis Arnaut, ex-ministro portugués y autor de un informe sobre las perspectivas del futbol europeo, que fue elaborado en 2006 con el patrocinio de la Comisión Europea: «Si los aspectos relativos al gobierno corporativo de los clubes no son abordados de forma urgente, existe el riesgo de que los clubes de fútbol pasen a manos inapropiadas, los auténticos valores del deporte quedarán erosionados, y el público mostrará una desafección creciente hacia este precioso juego«.
[1] Las aportaciones no podrán tener la forma de préstamos al club, siendo en todo caso ampliaciones de capital o aportaciones para compensar pérdidas. En la temporada 2013/2014 se permitirá a los propietarios compensar pérdidas de hasta un total de 45 millones de euros acumuladas en los DOS ejercicios anteriores a la solicitud de la licencia. En la 2014/2015, se conservará el mismo límite de 45 millones, pero referido a los TRES ejercicios anterioresa la solicitud. A partir de la temporada 2015/2016, y hasta la 2017/2018, las pérdidas acumuladas en los tres ejercicios anteriores podrán alcanzar hasta un máximo de 30 millones de euros. A partir de la temporada 2018/2019, se prevé una reducción adicional del límite máximo de déficit todavía pendiente de determinar.
[2] La UEFA define el déficit de los clubes a partir del resultado contable del ejercicio, eliminando algunas partidas (por ejemplo, la amortización del inmovilizado material o los gastos de formación de futbolistas) y ajustando otras a valor razonable. Uno de los aspectos más destacados de la normativa propuesta es el tratamiento otorgado a los contratos de patrocinio entre los clubes y cualquier persona o empresa vinculada a los mismos. A la hora de calcular el déficit, la UEFA podría ajustar estos contratos a la baja, computando únicamente como ingreso su valor razonable. De este modo, el Villarreal CF por ejemplo no podría reducir su déficit firmando un contrato millonario de patrocinio con cualquiera de las empresas de su propietario, Fernando Roig. La UEFA buscaría un equipo similar, el Sevilla CF por ejemplo, y computaría como ingreso lo obtenido por dicho conjunto en sus contratos de patrocinio. Los detalles del cómputo del déficit pueden consultarse aquí.
[3] Madden, Paul and Robinson, Terry, Supporter Influence on Club Governance in a Sports League: A ‘Utility Maximization’ Model (May 20, 2010). Manchester Business School Research Paper No. 598. Available at SSRN
Cuando el deporte se convierte en negocio, es imprescindible devolver el poder a quien verdaderamente lo tiene, el socio-aficionado.
Cualquier canal que lo potencie, solo redundará en beneficios para el club.
Dejar que los socios-aficionados, sean espectadores «pasivos» de las acciones que se toman en su club, no puede ser lo conveniente, nunca.
salu2:
Gracias por el comentario Luis. La influencia de los aficionados en la gestión no implica necesariamente ganar menos dinero o incurrir en pérdidas. Se trata simplemente de reconocer que el bienestar del aficionado también debe ser un argumento en la función de utilidad de los clubes, que el consejo debe maximizar sujeto a una restricción presupuestaria. Es preciso actuar en las dos direcciones: a) que los clubes interioricen la restricción presupuestaria y b) que modifiquen las ponderaciones de su vector de objetivos.
Que las inversiones actuales y pasadas de los equipos de futbol no son asumibles ni soportables, es un hecho que cae por si propio y creo que entiende hasta el mas analfebo economico, menos nuestros dirigentes futboleros que tienen mas de satrapas, narcisistas y despotas que de buenos gestores, cualquiera con dos dedos de frente deduce que cuanto menos sin una buena planificación financiera no se debería abordar ninguna inversión, pues como demuestran los acontecimientos no es así. Ahora bien tratar de desincentivar las inversiones futbolísticas españolas, con la reforma de la ley concursal puede que sea el principio del fin de los excesos, aunque el escepticismo sobrevuela mi mente.
Esta reforma debería atacar de firme los nombramientos de los administradores concursales, (esa nueva casta de privilegiados que hemos creado al amparo de la coyuntura actual), revisar curriculums, méritos y pedigree, obligarles a trabajar en pro de reflotar las empresas y no en trocearlas para engullirlas mejor ( por ellos), limitar las obcenas remuneraciones ( han liquidado del refranero a los toreros) y sobretodo vigilar a los jueces cómplices del desatino actual. El fundamento de esta ley es otro y la utilidad tambien, hoy en día hay mas corrupción en la aplicación de esta ley que en el caso de turno (Gurtel, SGAE, Bono…).
Volviendo al tema central, la ambigüedad de las normas contables y los criterios de valoración, permiten un abánico de posibilidades de cuentas anuales que lógicamente ayudarán a esquivar la aplicación a fondo de las medidas propuestas. Obviamente, para el G-14 (ahora 18) la laxitud será todavía mayor, evidentemente la norma se cebará con algún equipo modesto que por lucha y orgullo habrá realizado la campaña de su historia, y para escarnio popular, se le privará junto a su plebeya afición del dispute de un torneo mayor, como siempre la élite futbolera quedará impune abrigada por esa calidad contable a la que haces referencia, que además vendrá cocinada por expertos del IVIE o similares y que por supuesto acabará teniendo la bendición de la big four correspondiente, y sino al tiempo.
Si todos estos movimientos van encaminados a igualar las competiciones, bienvenidos sean, la gestión economica y su regulación puede que sea el estilete que rompa esta tendencia histórica, ¡Ojala! de ilusión tambien….
Mañana mas
Gracias por el comentario Pablo,
En realidad el Fair Play Financiero no tiene por objeto eliminar las desigualdades. De hecho, al limitar el mecenazgo y obligar a los equipos a financiarse con sus ingresos corrientes, será más difícil para los clubes de tamaño medio competir con los grandes transatlánticos del fútbol europeo. Esta es una de las principales críticas a la iniciativa de la UEFA.
La uefa lo tiene crudo para castigar a los clubes de renombre, como va castigar a quien pone la emocion y arrasta a las masas, en cualquier caso la pagará algún equipo modesto.
Todos sabemos que la contabilidad es una ciencia inexacta, adaptable y amoldable a las necesidades del momento, solo hay que ver las cuentas de las cajas y el folklore de la reestructuración, estas se hallan peor que los clubs de futbol y ni se aconjen al concurso, ni quiebran y encima no dan espectáculo, y el Barça si.
Su informacion sobre el tema de las fundaciones es muy interesante, a lo mejor es la forma de frenar a los mecenas.
Gracias por tu reflexión Karacola,
La «vía valenciana» de las Fundaciones surgió como una solución de última hora a un problema accionarial que impedía la reestructuración de ambos clubes. Es un modelo cuya solidez jurídica todavía está por demostrar. Sin embargo, me parece sugerente la idea de que la Fundación, como máximo accionista del club, represente los intereses de los los stakeholders vinculados al mismo, especialmente los intereses de los aficionados. Sería bueno que estos colectivos pudieran nombrar directamente a sus representantes en el Patronato.
Muy interesante artículo, sobre un tema que lamentablemente no está en la agenda mediática pese a la crisis de nuestro fútbol, como es la necesidad de devolver a los socios/aficionados a la ecuación de poder dentro de los clubes.
Son los aficionados los más interesados en la supervivencia a largo plazo de sus clubes, los que los fundaron y los que los financian mayoritariamente con lo que una afición informada debería ser un factor positivo en la sostenibilidad del fútbol. Sin embargo, desde 1992 se les apartó en aras de una gestión responsable que curiosamente se encomendó a gente como Gil y Lopera. Un desastre.
En España existe FASFE que mantiene relaciones con Supporters Direct y que con unos medios mucho más modestos también promueve la participación de los aficionados en los clubes.
Gracias por tu interés.
Creo que atribuir toda la responsabilidad de la situación actual al modelo de SADs es un poco injusto. Es cierto que la deuda se ha multiplicado por 40 desde la entrada en vigor de la Ley del Deporte de 1989. Pero también es cierto que, en el mismo periodo, la economía española ha vivido una expansión del crédito sin precedentes. El saldo vivo de los préstamos bancarios a empresas se multiplicó por 10 desde 1989 hasta 2010 (por 30 en promotoras y constructoras). Nunca sabremos cómo se habría comportado el anterior modelo de gestión en las condiciones económicas de los últimos 20 años. Yo, sinceramente, no soy muy optimista.
Por eso, creo que el modelo de Fundaciones adoptado en Valencia es interesante. Es cierto que quedan muchas cosas por hacer. Pero me parece una buena herramienta para lograr un equilibrio razonable entre los tres objetivos fundamentales de un club de fútbol: maximización de victorias, maximización de beneficios y maximización del bienestar del aficionado. Se trataría de dar cabida a una representación de todos los stakeholders en el Patronato de las Fundaciones.
No, si no lo atribuyo sólo al modelo de SAD entre otras cosas porque han pasado 20 años y muchos otros factores han cambiado. Pero lo que sí hizo la Ley del Deporte fue eliminar de la ecuación a los fundadores, financiadores y sobre todo a los más interesados en la sostenibilidad del sistema, que son los socios y eso evidentemente fue un error.
El modelo de fundaciones,al igual que otros puede ser útil a la hora de integrar a los diferentes stakeholders (el más importante la afición), lo triste es que aparéntemente no hay indicios de que esa sea la intención al menos en el caso de los clubes valencianos que citas.
Estoy de acuerdo. Es evidente que el modelo de SADs no ha funcionado y que, por tanto, es necesario introducir cambios en el gobierno corporativo de los clubes de fútbol. La incorporación del aficionado / accionista minoritario a los órganos de gestión implica una apuesta por la dimensión social del fútbol que, en modo alguno, es sinónimo de pérdidas. Al contrario, en Alemania ha dado muy buenos resultados.
Si participas en alguna asociación de aficionados, te recomiendo que te bajes el papel de Madden y Robinson. Da cobertura teórica a tus argumentos y puede venirte muy bien en un proceso de negociación.
En cuanto a la «vía valenciana», la Generalidad ha avalado los préstamos que las Fundaciones necesitaban para tomar el control de los clubes, y ha puesto la gestión de los mismos en manos de personas de su confianza. El resultado es que estas personas ejercen un control absoluto del club y la Fundación, que es propietaria formal pero no real de los clubes.
Lógicamente, esta situación es transitoria. En realidad, los consejos son juntas gestoras a la antigua usanza que, con el tiempo, tendrán que dar paso a una estructura de gobierno «estándar», en la cual las Fundaciones ejerzan como propietarios de los clubes y los consejos de administración como agentes encargados de la gestión corriente.
En aras a preparar una transición ordenada hacia un nuevo esquema de gobierno, más participativo y más enfocado a promover la dimensión social del fútbol, sería bueno que poco a poco las fundaciones dieran entrada a una representación de los aficionados.
Hace años, antes de 1992 los Clubs de Futbol Profesionales eran dirigidos por Consejos Directivos que emanaban de los propios aficionados, el resultado fue un desastre y gracias a la Ley de Saneamiento que se promulgó con la antesala de las S.A. se parchearon muchas deudas.
Creo sinceramente que lo primorcial para mí sería una Ley fuerte y que se cumpla en forma de sanciones «deportivas» con descensos e inhabilitaciones para sus dirigentes, incluso con responsabilidades penales para quienes han llevado a la ruina a una Entidad.
Discrepo en lo referente a que sean los propios aficionados los que rijan los Clubs, (esa película ya la vimos).
Gracias por tu comentario, Alberto.
Desde 1990 hasta hoy, la deuda de los clubes de fútbol en España se ha multiplicado por 40, hasta 22 clubes se han acogido a la Ley concursal y hay más de 300 jugadores sin cobrar. Es evidente que la Ley del Deporte no consiguió alcanzar el objetivo que dio lugar a su aprobación en 1989. Por tanto, no hemos visto una película, sino dos películas. Y ninguna de ellas parece funcionar debidamente. Mientras tanto, modelos híbridos de gestión, en los que los aficionados participan en la gestión, parecen dar sus frutos, no solo en términos económicos sino también de asistencia a los estadios. Al fin y al cabo los clubes surgieron históricamente de iniciativas ciudadanas. Se trata de alcanzar un equilibrio razonable entre stakeholders en la toma de decisiones para dotar a los clubes de incentivos más saludables, siempre sujetos claro está a la restricción presupuestaria.
El cumplimiento de la restricción presupuestaria no exige la aprobación de una ley fuerte. ¡Exige el cumplimiento de la ley en vigor! Como en tantos otros aspectos, España continúa siendo un país de leyes de contenido fuerte, pero de cumplimiento débil. Bastaría con modificar la ley concursal y aplicar los descensos por impago.
Añadiría a lo aludido por ti (los descensos por impago), la inhabilitación de los dirigentes causantes y llevar a los tribunales de justicia a los verdaderos culpables para que se les aplique por malversación de fondos la pèna que les corresponda.