Los stress test publicados por la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) el pasado viernes dejan tras de sí un poso más agrio que dulce. Agrio, porque el papel que han jugado algunos países europeos ha sido muy decepcionante, dejando fuera del análisis a gran parte de sus entidades bancarias, bien para evitar un suspenso, bien para no tener que reflejar la exposición de estas instituciones al riesgo soberano. Esta circunstancia deja a Europa en mal lugar, por falta de transparencia. El único elemento medianamente creíble de las pruebas de esfuerzo lo aporta España, porque nuestro país sí ha puesto toda la carne en el asador y ha tratado de mostrar no solo la situación de su sector bancario sino el papel que pueden jugar las iniciativas que ya están en marcha para reestructurarlo y mejorar los niveles de capitalización allí donde aún es preciso. Estas cuestiones las reflejó muy bien Joaquín Maudos en su artículo para Cinco Días del pasado viernes, señalando que no hacía falta esperar a los resultados de las pruebas de esfuerzo para denunciar estas asimetrías europeas y ese papel más decidido de España.
¿Por qué la EBA ha dejado que los test pierdan fuerza como ejercicio de transparencia? Simplemente, porque su mandato de «asegurar la igualdad en la participación en las pruebas» es más programático -casi utópico- que otra cosa. Algunos países europeos van a la suya y cuando les toca reflejar su transparencia miran para otro lado. Y la EBA no sabe ni puede resolverlo, como traté de reflejar en este artículo del pasado sábado, también en Cinco Días.
Llegados a este punto, podemos estar razonablemente satisfechos con el resultado para España, aunque se dé la paradoja de que de las 8 entidades que supuestamente no han pasado el test, 5 sean españolas. Mientras que en España se cuenta con un plan de reestructuración y con buena parte de las posibles contingencias cubiertas, en la mayoría de los países europeos esto no parece así. Por eso, me llamó mucho la atención leer ayer, precisamente en la sección de Negocios de El País, la entrevista realizada a Andrea Enria, presidente de la EBA, quien insistía -entre varios comentarios, en mi opinión, no siempre oportunos, que pueden generar una fuerte presión para las entidades financieras españolas esta semana- en que «la idea de las provisiones anticíclicas es muy útil: siempre he sido favorable a que otros supervisores obliguen a sus bancos a establecerlas. Pero las pruebas de resistencia son para toda Europa y por eso buscamos una definición del capital de máxima calidad homologable en todos los países».
Irónicamente, parece que lo importante es que sea «homologable», no que sea útil. Eso sí, ninguna de las cinco entidades españolas que no ha pasado el test necesitará capital, entre otras cosas por esas provisiones o por los planes en marcha. Resulta difícil discernir qué se ha querido demostrar con esta forma de hacer los test de estrés. Joaquín Maudos reflejaba de nuevo, en una tribuna para ABC, la futilidad de estas pruebas para el conjunto de la eurozona y la importancia que tienen las provisiones ya realizadas por las entidades financieras españolas, tanto específicas como genéricas.
En todo caso, el gran problema sigue en la crisis de la deuda soberana. La coordinación en este contexto en la UE no es tal, o sea, no existe. Es un galimatías burocrático carente de altura de miras y sobrado de unilateralismo. Si no lo enmendamos, iremos probablemente en muy mala dirección, hacia un accidente financiero -en forma de evento de crédito europeo- que podríamos lamentar durante mucho tiempo. A España, al igual que a otros países, se le exige transparencia y acción por todos lados -algo que es pertinente y oportuno- pero la UE debe darse cuenta de que haga lo que haga España, el resultado dependerá mucho de que la Unión Monetaria siga en pie y no sigan tambaleándose sus cimientos. Por eso, del estrés bancario del pasado viernes pasamos a una semana -la presente- en la que Europa sigue amenazada y atenazada y en la que la cuenta atrás para evitar un desastre económico-financiero tiene cada vez menor margen, como trataba de reflejar ayer mismo en un artículo para El País.
La preocupación existe pero se precisa liderazgo y velocidad para resolverla. De nada sirven los esfuerzos nacionales -España está haciendo bastantes cosas, por criticables que sean algunas reformas y aunque deban intensificarse- si Europa no actúa de forma decidida de una vez por todas. También conviene recordar que al otro lado del Atlántico la cosa está muy movidita y que Obama aún no ha conseguido el apoyo de los republicanos para elevar el techo de gasto y evitar una situación de desequilibrio e impagos en las cuentas públicas de consecuencias imprevisibles. Cabe esperar que se pongan de acuerdo en breve, en todo caso. Al fin y al cabo se trata de poner de acuerdo solo a dos (demócratas y republicanos) y de una cuestión de Estado en la que no se puede propiciar un estrangulamiento por ninguna de las partes. En Europa lo tenemos más complicado, se trata de poner de acuerdo a todos los países de la eurozona, aunque tal vez bastaría con que Alemania aportara la flexibilidad suficiente para que los mecanismos de ayuda y reestructuración fueran más permanentes, no sin exigir, claro está, la necesaria austeridad y cambio estructural que se precisa en Grecia. En todo caso, las vías de agua se abren por múltiples partes de la nave europea, con la corrupción y el estancamiento en Italia, las agencias de calificación desbocadas y Portugal e Irlanda en el filo de la navaja. A este respecto, dejo un par de referencias periodísticas más: unas declaraciones que realicé en los telediarios de TVE ayer domingo (minuto 1,40 de este link) y en Hora 25 de la SER en la noche del sábado sobre estos riesgos que persisten para esta semana que empieza… y que se prevé dura…
Hola, Santiago.
Últimamente, en varios de tus artículos / entrevistas has hablado de las posibles consecuencias de un «evento de crédito» y has comparado el «credit crunch» subsiguiente a la quiebra de Lehman Brothers con la que podría caer si Grecia quiebra y esas cosas.
Hasta donde yo veo, supondría un credit crunch II con subida de tipos en la eurozona, porque la gente ya no se fiaría para prestar ni un euro a los socios comunitarios, con el BCE teniendo problemas de solvencia, pero también posible contagio a otros prestamistas de la eurozona (supongo que UK y EEUU), volviendo a tener una crisis financiera como la de hace tres años.
En cualquier caso, a mi por lo menos me resultaría muy (pero que muy) interesante si pudieras escribir algo acerca del tan repetido posible «evento de crédito»: sé que estas cosas tienen un curso bastante imprevisible, pero, si pudieras darnos una visión de cuál podría ser la secuencia de acontecimientos subsiguientes, al menos las consecuencias más directas, lo agradecería bastante.
Un saludo.
Muchas gracias por tu comentario. Creo que señalas en tu comentario los principales aspectos de los y episodios de un «evento de crédito», como sería, una subida de spreads, «congelación» de los mercados, contagio a terceros y posibles efectos sobre la actividad económica (incluyendo recesión). En todo caso, la magnitud de los efectos de un evento así dependen de muchos factores, pero lo importante es hacerlo ordenadamente o selectivamente, como lo está intentando hacer la Unión Europea. Si se hace ordenadamente, los efectos solamente se sentirían durante unos pocos meses, un semestre a lo máximo. Saludos.
Hola de nuevo, Santiago.
Han pasado tres semanas desde que se publicó este post, y de que avisaras del peligro que supone para España rebasar los 400 puntos de prima de riesgo. Aunque tras los últimos movimientos del BCE ha bajado a 280 puntos, la semana pasada nos vimos en esa tesitura.
También ha estado rebaja de rating de EEUU, para la que ya hay quien anuncia segunda parte, de esas que nunca fueron buenas.
Y mientras líderes y Bancos Centrales han tenido una maratón de reuniones para evitar que el lunes de hoy fuera para recordar como lunes negro.
En fin, que, ¿podrías contarnos algo acerca del estado de la cosa financiera en estos momentos, después de todo lo que ha pasado en tan poco tiempo? ¿Cómo está viviendo estas semanas la FED? ¿cómo pinta esto?
Gracias.