2011 AD, casi 13 años después de su creación y ante la crisis que afecta al área euro son cada vez más las voces que predicen o directamente piden el fin del euro. Algunos modestamente se conforman con la expulsión de Grecia (país por el que por otra parte se puede sentir gran simpatía). Otros añaden a España, Portugal e Italia en el lote o incluyen a esos latinos del norte que son los irlandeses, sin dejar de mirar de reojo a los belgas. O sea, una unión monetaria sin latinos (o casi). Otros por el contrario sugieren que a quien hay que echar es a Alemania. O sea, una unión monetaria de latinos (más amigos y simpatizantes). Ante esta tesitura echemos mano de la filmoteca.
Seguramente son pocos los que recuerdan ese gran éxito del cine español, Violetas Imperiales. Y no es de extrañar, ya que la acción se sitúa además en el siglo XIX en un contexto difícilmente comprensible en la actualidad: Francia y Prusia (o sea Alemania) se disputan la preeminencia en el continente, con los anglosajones como atentos y suspicaces observadores. Inaudito. En fin, al margen de los aspectos nupciales y las canciones de Luis Mariano hay que recordar que por entonces, 1865, alrededor del franco francés oro se creó la llamada Unión Monetaria Latina (UML) formada inicialmente por Francia, Bélgica, Suiza e Italia. Con el tiempo se unieron con mayores o menores matices otros países, por ejemplo España y Grecia en 1868, pero al margen quedaron el Reino Unido (con su libra esterlina) y los estados alemanes (empeñados ya en su propia unión monetaria en torno a Prusia, de la que en 1871 surgiría el marco tras la primera unificación alemana). Básicamente cada país acuñaba sus monedas pero todas tenían el mismo contenido de oro o de plata y la relación entre estos dos metales se fijaba en una ratio constante (de 15,5 a 1). O sea que una moneda de 5 pesetas (o dicho en lenguaje técnico, un duro) solo se distinguía de una de 5 francos en las efigies, un poco como las monedas de euro hoy. Eran otros tiempos, con monedas de verdad, de oro y plata, poco billete y sin tarjetas. Reconozco que lo inverosímil de esa situación exige un gran esfuerzo de imaginación.
En fin, en 1874, 9 años después de la creación de la UML y dado que la paridad fijada entre oro y plata ya no era realista (no se correspondía ya con sus verdaderos precios de mercado al encarecerse el oro respecto a la plata) hubo que limitar la convertibilidad de las monedas de plata por oro ante los continuos “ataques especulativos”. Durante 1871 y 1872 la ceca francesa recibió 5 millones de francos de plata para cambiarlos por francos de oro, pero durante 1873 la cifra creció hasta los 154 millones (parece ser que esas peticiones provenían en buena medida de comerciantes alemanes, pero no creo que los de otros países fuesen más tontos). En 1878, 13 años tras la creación de la UML, se suspendió completamente la conversión y se pasó de facto al patrón oro. A todos los efectos la UML desapareció como consecuencia de las convulsiones de la primera guerra mundial. (Ver aquí para una comparación entre la UML y la actual situación del euro por un especialista en el tema)
Entre los problemas que afectaron a la UML estuvo el establecimiento de paridades que dejaron de ser realistas (en este caso, entre el oro y la plata). Y el comportamiento de algunos países miembros no siempre fue el más adecuado. Por poner un ejemplo, en 1908 Grecia (país por el que ya sabemos que se puede sentir gran simpatía) acabó su convulsa pertenencia a la UML (ver por ejemplo aquí) siendo expulsada por su simpática práctica de acuñar monedas con menos contenido del establecido, una práctica en la que seguía el ejemplo establecido previamente por el cardenal Giacomo Antonelli en los Estados Pontificios.
Pero también hay que mencionar la falta de unidad política. La experiencia histórica, que por otra parte como es habitual en ciencias sociales no es muy extensa, parece confirmar que el éxito de una unión monetaria acaba estando muy ligado a una creciente unión política de sus estados miembros. En eso coinciden casi todas las uniones monetarias que han resultado exitosas durante los últimos tres siglos: Inglaterra y Escocia; Estados Unidos; Alemania; Italia y sistema monetario soviético. ¿Las excepciones? Bélgica y Luxemburgo desde 1923; la zona del franco en África Occidental desde 1948 y, de momento, el euro desde 1999. Ese, más Europa, parece el camino más seguro para el éxito del euro. Podemos tomarlo. O no, claro.
Sin una lengua única no creo que se llegue a una unión política plena de la zona euro. Curiosamente nunca se habla de la importancia de la lengua. No creo que se trate solo de conseguir mejores acuerdos políticos. Creo que es posible que «El Mercado» reaccione de forma positiva si se establece de una vez una lengua única para todos en la UE. Los casos exitosos de unión monetaria que se citan en el articulo, se han dado en pueblos con idioma común. Y digamoslo de una vez, ¿para cuando el ingles como lengua oficial de la Union Europea?.