España es diferente en muchos sentidos, pero en este post nos vamos a centrar en los aspectos que nos diferencian de las grandes economías europeas a la hora de encarar la crisis que nos viene azotando desde 2008, a través de un balance del mercado de trabajo antes de la crisis y en la actualidad.
Si comparamos la situación en 2007 con la realidad en la que nos encontramos hoy, como hemos hecho en este cuaderno de Capital Humano, en España ha habido un descenso acumulado de puestos de trabajo del 10% (gráfico 1), especialmente duro en el caso del empleo temporal, que ha absorbido la mayor parte de la destrucción de empleo dejando prácticamente intactos los empleos fijos, acompañado por un aumento de la tasa de paro del 9% al 21% (y subiendo), así como del paro juvenil, que se ha disparado hasta el 46%.
¿Y qué ha ocurrido en las otras grandes economías europeas? Alemania es la gran excepción, donde el empleo ha aumentado un 3,5%, aunque en Francia también ha crecido un 1%, frente a la caída acumulada de la UE del 0,75%. Las tasas de paro, que se situaban entre el 5,4% de Reino Unido y el 8,7% de Alemania en 2007, o han aumentado ligeramente para situarse entre el 8% y el 9% (tasas similares a las alcanzadas por España antes de la crisis en pleno boom inmobiliario) o se han llegado incluso a reducir, como es el caso de Alemania, con una tasa de paro actual del 6%.
Las tasas de paro de los más jóvenes ya eran mayores que las del total de la población antes de la crisis, y tras la misma el paro se ha intensificado más entre este colectivo con la excepción de Alemania, donde las tasas de paro de los jóvenes no han crecido y se sitúan en un 8,6%. Otro país que ha sufrido con bastante intensidad el paro juvenil es Italia, pero su tasa de paro, del 27%, se sitúa muy por debajo del 46% español.
Ramas de actividad
En cuanto a la evolución de la composición del empleo por grandes ramas de actividad (gráfico 2), la construcción, el conocido punto débil de la economía española y principal lastre en esta recesión, ha supuesto casi dos tercios de toda la pérdida de empleo en España, mientras que en Francia y Alemania ha contribuido ligeramente a aumentarlo y en la UE a reducirlo, pero moderadamente. ¿Qué pasa entonces con el resto de actividades al margen del caso especial de la construcción en España? El nuestro es el único país donde la agricultura ha contribuido a la pérdida de empleo (-0,5%), el único donde el sector de distribución y transporte no ha contribuido sustancialmente a crear empleo (cuando en el resto de países su contribución ha superado el 1%, llegando al 3,1% en Alemania) y, junto con el Reino Unido, el único donde los servicios de mercado distintos de la distribución y el transporte se han sumado a destruir empleo. Además, pese a la caída generalizada de empleo en la industria en las grandes economías (¡incluida Alemania!), España es el país donde esa evolución ha sido peor, cayendo casi un 4%. Por el contrario, el sector público (servicios de no mercado) ha aumentado el empleo en todos los países y de modo muy especial en España, donde ese crecimiento ha supuesto el 2,3% del empleo total previo a la crisis. (Para saber más sobre la dimensión del sector público española, ver aquí).
Tipos de empleo y sobrecualificación
La destrucción de empleo en España no ha afectado a todas las ocupaciones por igual (gráfico 3), ya que los puestos de trabajo más cualificados (directivos de empresas y administraciones públicas, y técnicos y profesionales científicos y de apoyo) se han ido manteniendo, lo cual muestra que en tiempos de crisis las empresas han realizado un esfuerzo por retener a sus trabajadores más valiosos y formados.
No obstante, si comparamos esta evolución con la de las grandes economías europeas, exceptuando Italia, estas se han ido reorientando con mayor intensidad hacia los puestos de trabajo cualificados, bien a través del aumento del empleo cualificado, bien a través tanto del empleo cualificado como del de cualificación media, poniendo de relieve una constante transformación hacia actividades, sectores y ocupaciones más productivas y dinámicas, capaces de generar valor añadido, y más aún en tiempos de crisis. Así, mientras que en Alemania y Francia, por ejemplo, se conjuga la desaparición de ocupaciones menos cualificadas con un crecimiento aún mayor de las más cualificadas, en España el ajuste se ha concentrado en el resto de ocupaciones de cualificación media (-7,3%) y no cualificadas (-2,2%). Además, cabe tener en cuenta que en nuestro país el peso del empleo cualificado (35%), pese a haber aumentado durante la crisis, está aún lejos de los valores habituales en Europa (40%).
Relacionado con el tipo de ocupaciones está el tema de la sobrecualificación, indicador que intenta captar hasta qué punto los puestos de trabajo están o no alineados con la formación de los empleados, y si los recursos humanos se estarían empleando de manera eficiente. En teoría, los ocupados con estudios superiores (ciclos formativos de grado superior y educación universitaria) estarían ajustados si se empleasen en ocupaciones de cualificación alta, y estarían siendo desaprovechados o no empleados de manera eficiente o acorde a su formación en ocupaciones menos cualificadas. Esta es una manera de medir la sobrecualificación muy general pero que permite comparar países gracias a la disponibilidad de datos al respecto, siempre con la precaución de que las cualificaciones, ocupaciones y niveles educativos entre países no siempre son del todo homogéneos. Por ejemplo, un rasgo que caracteriza a la economía española es la poca integración de la formación profesional de nivel superior en las ocupaciones más cualificadas, frente a las tendencias europeas o de la OCDE.
Volviendo a la realidad española, la sobrecualificación afecta a un tercio de nuestros trabajadores con estudios superiores, frente al 20% de la UE, pese a haber disminuido un 7% desde 2007. A pesar de ello, hay que tener en cuenta que la convergencia al resto de países europeos se producirá no por una mayor creación de empleo de calidad para las personas formadas que en otros países, sino por su menor empleo en ocupaciones menos cualificadas. Este tema, del que se ha hablado mucho recientemente aquí y aquí merece especial atención y volveremos sobre él en una futura entrada.
Así pues, los datos muestran profundas diferencias en la capacidad de las grandes economías europeas para responder a la crisis, con países como Alemania, donde es incluso poco apropiado hablar de crisis, y España, con un comportamiento mucho peor en prácticamente todos los ámbitos y donde el aspecto más positivo a señalar es el esfuerzo de las empresas por preservar el capital humano del que dependerán en buena medida nuestras posibilidades de salir de esta crisis.
NO estoy seguro de que ni el título ni la comparación sean afortunados. EL primero por sus connotaciones históricas. EL segundo porque España no es una de las grandes, en PIB/h, economías de Europa. Más bien forma parte del atrasado Sur. Al margen queda el diferencial evidente de España respecto incluso a la media que el artículo destaca con acierto.
Muchas gracias por tu comentario, Jordi.
Se sabe que no hemos alcanzado el nivel de esas economías aunque sea el objetivo, pero España no deja de ser una economía relativamente grande y en todo caso ese es un buen punto de comparación.
Una explicación a porque no están funcionando las recetas económicas es el concepto de ‘balance sheet recession’ de Richard Koo (Nomura). Justificaría que la única manera de salir da presente crisis es con estímulos fiscales: http://www.dpeon.com/economia/28-balance-sheet-recession-espanol.html