Basta dedicar unos minutos a los medios de comunicación para saber que: el euro está al borde del colapso (aunque su cambio actual de 1,3 dólares se compare bien con el valor de 0,9 dólares a 1 de enero de 2002, cuando los primeros billetes y monedas ¿se acuerdan?); tiemblan países como Italia con más de 150 años de historia tras de sí (bueno, 150 justitos y gracias); y los tipos de interés están en niveles insoportables y nunca vistos. ¿O no?
¿Qué dicen los datos sobre tipos de interés de la deuda pública a 10 años? Echemos mano de las series históricas mensuales del Boletín Estadístico del Banco de España desde 1994 (1994 porque es un año posterior a la crisis del Sistema Monetario Europeo y la “devaluación” de las monedas más débiles, como la peseta, y así evitamos un periodo anómalo ligado a la defensa del tipo de cambio a través de intereses extraordinariamente altos). Veamos algunas primas de riesgo frente al bono alemán:
¡Qué bien nos vino a muchos países entrar en el euro! Pero, fuera nostalgias y a lo nuestro. Italia y España tienen primas sustanciales en comparación con antes de la crisis, aunque comparables con las de mediados de los noventa. Pero claro, las primas son cosa de dos: del país “primo” (suena mal, pero mejor que cosas como PIIGS, ¿no?) y, en este caso, de Alemania. Y no es igual una misma prima cuando el tipo alemán es alto (por ejemplo, cercano al 8% como a principios de 1995) que cuando no llega al 2% como sucede ahora. Veamos, por tanto, directamente cuáles son los tipos de interés:
Pues la deuda italiana o la española tenían tipos muchos más altos a mediados de los noventa que ahora. Claro, son tipos nominales (como los que pactas con tu banco, vaya) y el lector avezado pensará: “tate (o cáspita o eureka o sacrebleu o ups), pero es que a mediados de los noventa la inflación era una y ahora es otra, así que la comparación es engañosa porque es el tipo de interés real (descontando la inflación) el que indica la carga real de la deuda”. Y es verdad. Descontemos la inflación. Por ejemplo, teniendo en cuenta la tasa interanual de inflación de cada país en cada momento del tiempo (una manera imperfecta pero simple, razonable y, reconozcámoslo, muy cómoda de hacerlo). Cojamos los datos del IPC que ofrece el Boletín Estadístico del Banco de España y estimemos tipos reales de interés:
Los tipos reales italianos y españoles son más bajos que a mediados de los noventa. En realidad, no son peores que los que tuvo Alemania entre 1995 y 2000 ni muy distintos de los niveles habituales en ese país hasta el año pasado.
De hecho, es curioso comprobar cómo a principios de siglo Alemania tuvo tipos reales de interés hasta 3 puntos por encima de España. Justo lo contrario que ahora. Pobres alemanes. Siendo como son se metieron en reformas cuando pocos pensaban en esos asuntos. Ya se pueden imaginar: retrasos de la edad de jubilación, reformas laborales y cosas así. Un poco lo que ahora andan exigiendo a los demás. Parece que a ellos les funcionó, eso sí, al cabo de un tiempo. ¿Y nosotros? Aún hay margen. Como hemos visto, hemos sobrevivido a tipos de interés peores que estos. A mediados de los noventa demostramos que la deuda y el déficit de España eran controlables y, no sin sacrificios, conseguimos entrar en el euro, bajaron los tipos de interés, subió la confianza y así volamos con viento de cola. ¿Y ahora? Parece que toca más de lo mismo y, de nuevo, no sin sacrificios. Ya saben. Los buenos quedan, los demás se van, siempre hay por qué vivir, por qué luchar, la vida sigue igual. No lo digo yo, lo dice Julio Iglesias.
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