Desde que comenzó la crisis en 2007 la rentabilidad de las empresas españolas se ha desplomado. La rentabilidad (sobre activos) en los tres primeros trimestres de 2012 ha sido del 4,3%, solo 0,8 puntos porcentuales superiores a los intereses pagados por la financiación recibida según la Central de Balances del Banco de España. En el mismo periodo, la tasa de retorno que las empresas ofrecen a sus accionistas (rentabilidad de los recursos propios) era del 5,1%, inferior a la del bono de renta fija a 10 años.
La rentabilidad empresarial es una cuestión capital para la estabilidad macroeconómica, pues de ella depende el sostenimiento de buena parte del empleo existente o el aumento de la inversión. Asimismo, la estabilidad del sistema bancario también está influida por la rentabilidad, pues la contracción de los beneficios en las empresas dificulta cumplir con las obligaciones financieras contraídas. A la luz de esas rentabilidades, ¿es razonable pedir a las entidades bancarias que den más crédito?
Para dar respuesta a cuestiones como esa, en el Informe Fundación BBVA-Ivie 2012 Crecimiento y Competitividad: Motores y frenos de la economía española publicado recientemente se analizan los determinantes de la rentabilidad de la empresa española en los años de crisis, comparándola con Alemania, Francia e Italia. Los resultados muestran que la caída de la rentabilidad ha sido mayor y más duradera que en otros países, generalizada en todos los sectores de actividad e independiente del tamaño de la empresa. Pese a la caída de rentabilidad que también han sufrido, las empresas grandes han estado en una situación algo más ventajosa para sostener las tasas de retorno gracias tanto a la mayor solidez económica como por el efecto de la diversificación internacional y sectorial.
En general, la empresa española no muestra niveles de endeudamiento y apalancamiento excesivos si la comparamos con las empresas de otras economías europeas. Pero el coste de la deuda sí que está suponiendo una carga muy gravosa, dada la mayor reducción de la rentabilidad en nuestro país. Por sectores, la mayor caída de la rentabilidad se observa, sobre todo, en la construcción, aunque también en la industria. En el sector energético y en los servicios también se ha reducido, aunque de manera no tan abrupta. En suma, la situación de la rentabilidad de la empresa española es preocupante en su conjunto.
Ahora bien, ¿qué ocurre si vamos al detalle? A partir del análisis de más de 850.000 empresas europeas el Informe muestra que con la crisis se han incrementado las diferencias de rentabilidad. Así, en las empresas con menores tasas de retorno, la rentabilidad ha disminuido más que la media, mientras que, en el extremo opuesto, otro grupo de empresas ha conseguido sostener niveles de rentabilidad sustanciales. De hecho, un 25% de las empresas españolas presentaban rentabilidades financieras por encima del 8% en 2009 y 2010. Además, en todos los tamaños y sectores de actividad hay empresas españolas, especialmente entre las grandes, aunque no solo, que logran situarse entre el 10% de empresas europeas más rentables. Esta situación ventajosa la alcanzan gracias a su capacidad de generar beneficios de explotación por unidad de venta y a la flexibilidad en sus estructuras productivas.
Todo esto muestra que en España existe un amplio número de empresas que son capaces obtener resultados de forma tan brillante como lo hacen las mejores empresas europeas en un contexto incluso más adverso. De hecho, empresas españolas gestionan aeropuertos en Europa, hacen banca por todo el mundo, construyen líneas de alta velocidad, gestionan servicios de telecomunicaciones o crean tendencia en moda y calzado. Las más grandes quizá son las más llamativas en este sentido, pero también hay buenos ejemplos de empresas medianas y pequeñas y en todos los sectores.
En el Informe Fundación BBVA-Ivie se señala que para que las mejores prácticas se extiendan al resto del tejido empresarial es importante que se complete el saneamiento financiero, para evitar restricciones crediticias a proyectos de inversión viables. La aplicación de la reforma del mercado laboral también es fundamental, pues ofrece mayor flexibilidad interna para ajustar las estructuras. En el seno de la empresa se ha de avanzar en la formación y capacitación de los recursos humanos, en la formación de la dirección y en la modernización de las estructuras organizativas y los modelos de negocio, en la inversión en nuevas tecnologías y en innovación, así como en la búsqueda de nuevos mercados y en un esfuerzo por la internacionalización. Asimismo, se debería promover el crecimiento empresarial, reduciendo el peso en nuestra economía de las microempresas y pequeñas.
Todas estas medidas no son fáciles de implementar en momentos de crisis. Pero el resultado de un grupo numeroso de empresas españolas muestra que es posible. Una frase recurrente es aquella de que la crisis puede ser un peligro, pero también una oportunidad.
Interesante post. Me surge una duda. ¿Se puede saber de ese 25% de empresas que presentaban buenas rentabilidades que proporción son empresas en sectores de baja competencia y alto poder de mercado y qué proporción son de empresas en sectores exportadores y dinámicos?