La globalización económica es un hecho ampliamente asumido en la actualidad, tanto para celebrar sus ventajas (ampliación y diversificación de las oportunidades de consumo, reducción de los costes de las empresas a través de la deslocalización) y para reflexionar sobre sus causas (nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, reducción de los costes de transporte de mercancías, desmantelamiento de barreras arancelarias y cuantitativas al comercio internacional), como para denostar sus consecuencias (reducción del margen de maniobra de las políticas económicas nacionales, efectos negativos localizados sobre las rentas y el empleo en los sectores menos competitivos de las economías nacionales). Defensores y críticos parecen sin embargo coincidir en una cosa: la globalización de la economía mundial es un fenómeno muy real y de grandes dimensiones, que se impone ampliamente sobre cualquier perspectiva nacional o local. Las fronteras estatales habrían quedado obsoletas: la fuerza de los movimientos internacionales de mercancías, servicios y capitales anula cada vez más su importancia real.
Pero, ¿qué diríamos si alguien comenzara a acumular sobre nuestra mesa de trabajo datos que arrojaran una perspectiva algo diferente? (más…)