Estos días comienzan las clases en las universidades españolas. Estudiantes y profesores comienzan este curso en un ambiente caracterizado por una mezcla de pesimismo e indignación. Los primeros porque ven que este año suben las tasas y, a la vez, tienen un panorama de inserción laboral poco alentador. Los segundos porque la mayoría de ellos tendrán que impartir más horas de clase al año y sin la paga extra de diciembre que se suma a la bajada de sueldo del pasado año. En este contexto, en algunas universidades el acto oficial de apertura del curso académico ha estado acompañado de sonoras protestas de profesores y estudiantes contra los recortes en la educación pública.
Más allá de la idoneidad de estas reformas, lo cierto es que si incluso con la subida de tasas los estudiantes han decidido matricularse en la universidad es porque esperan que su inversión se rentabilizará posteriormente en términos de mayores salarios, mayor empleabilidad y mayor estabilidad laboral. Y no andan desencaminados, puesto que sus expectativas positivas son avaladas con tozudez en numerosos trabajos (como este estudio Fundación BBVA-Ivie sobre universidades, universitarios y productividad en España ) que revelan que invertir en una titulación universitaria es “generalmente” rentable para los universitarios españoles. Sin embargo, aun así surgen dudas acerca de que la magnitud de estos efectos positivos e incluso su signo dependa del tipo de titulación universitaria. En otros términos: no es lo mismo ser licenciado en Medicina que en Filología Árabe.
Las diferencias de los efectos positivos dependiendo del tipo de titulación universitaria son tan importantes que los estudiantes deberían disponer de datos sobre salarios, tasas de paro, etc. de las diferentes carreras universitarias para que pudieran tomar sus decisiones fundamentándose en datos sobre las condiciones laborales reales de los titulados en las diferentes carreras y no en meras sospechas.
Desafortunadamente la realidad es bien distinta y los estudiantes suelen tomar dos decisiones vitales (la de realizar estudios universitarios y la del tipo de carrera) sin contar con información oficial sobre salarios o tasas de paro de los titulados universitarios por carreras ni por ramas de enseñanza que les permitan tomar sus decisiones con fundamento. Una de las estadísticas públicas disponibles que nos permite analizar determinados aspectos diferenciales por tipo de estudios es la EPA de submuestra que incluye información sobre el nivel y el tipo de estudios, diferenciando cinco ramas de enseñanzas. Veamos qué nos dicen los resultados de diferentes probits en los que se analizan los efectos del tipo de estudios realizado sobre la probabilidad de ser activo, ocupado y tener contrato indefinido controlando por el nivel y tipo de estudios de los individuos, el sexo, la nacionalidad y la edad.
Actividad y ocupación: el tipo de estudios importa
Para los universitarios no participar en el mercado de trabajo tiene un mayor coste de oportunidad, dado que supone renunciar a mayores ingresos y desperdiciar su mayor inversión realizada en capital humano. Es por ello que los universitarios tienen generalmente mayor predisposición a participar en el mercado de trabajo. Sin embargo, las diferencias entre tipos de estudios sugieren que los efectos sobre la tasa de actividad pueden ser bien distintos según el área de conocimiento.
Los resultados (gráfico 1) reflejan un efecto negativo sobre la participación relacionados con ser español, mujer o la edad. El nivel educativo muestra una relación positiva. Sin embargo, ese efecto de los estudios superiores viene mediatizado por el tipo concreto de estudios. Teniendo en cuenta que el área de referencia son las Humanidades los resultados indican que, todo lo demás constante, un graduado en Ciencias de la Salud tiene 17,5 puntos más de probabilidad de ser activo.
En relación con la probabilidad de encontrar empleo, los resultados (gráfico 2) indican de nuevo que no solo importa el nivel de estudios completados sino también el tipo de estudios. Hay que recordar que los graduados en Humanidades siguen siendo el colectivo de referencia en este análisis. Cualquier tipo de estudios diferente a Humanidades ofrece mejores resultados en este ámbito. Es especialmente notable el caso de los graduados en Ciencias de la Salud, que tienen la mayor probabilidad (10 puntos más).
Un contrato para cada estudio
Las titulaciones de Ciencias de la Salud y Humanidades son las que tienen una menor probabilidad de lograr contratos indefinidos (gráfico 3), mientras que los estudios técnicos o de ciencias aumentan en 10 y 10,7 puntos de probabilidad de ser fijo. Así pues, en la situación laboral no solo importa el nivel educativo alcanzado, sino que el tipo de estudios realizados es también fundamental. Además, las ventajas en cuanto a probabilidad de empleo no van acompañadas siempre de mejores empleos. Así sucede en el caso de los titulados de Ciencias de la Salud, cuyas tasas de ocupación son elevadas pero también su temporalidad.
Los resultados también indican que ser mujer reduce la probabilidad de tener un contrato indefinido, mientras que tener la nacionalidad española la aumenta sustancialmente. La edad es una variable clave y la temporalidad afecta mucho más a los más jóvenes. Ese mismo tipo de relación positiva se produce también respecto a la mayor formación educativa. Pero, una vez más, ese efecto positivo de los estudios superiores puede ser mayor o menor según el tipo de estudios de que se trate.
En este ámbito Humanidades y Ciencias de la Salud se encuentran en una situación similar. La mayor estabilidad en el empleo va ligada a las carreras menos vocacionales, mientras que los estudios más vocacionales están asociados a menor estabilidad contractual. En Ciencias de la Salud, la menor estabilidad está compensada con una probabilidad de empleo que, como hemos visto, era mayor que en los otros estudios. Por el contrario, en Humanidades no hace sino agravar los problemas de inserción laboral que su menor probabilidad de empleo ya indicaba.
Todos los resultados anteriores indican que merece la pena realizar estudios universitarios, pero también que la ventaja es menor en determinadas titulaciones, fundamentalmente las relacionadas con las Humanidades. Las diferencias en términos de empleabilidad, salarios y estabilidad laboral entre los diferentes tipos de titulaciones universitarias es tan importante que se hace indispensable disponer de estadísticas públicas sobre inserción laboral de los egresados no solo a nivel de rama de enseñanza, sino a nivel de titulaciones e incluso por titulaciones y universidad. Solo así los estudiantes tendrán los elementos necesarios para decidir en una primera etapa si les merece la pena realizar estudios universitarios y, si es así, elegir en un segundo paso qué titulación y en qué universidad.
Excelente entrada.
Sólo me queda una duda que no tiene que ver con la empleabilidad de los titulados: si a partir de los 55 años la probabilidad de ser activo es del -20%, de donde van a salir las pensiones de los futuros jubilados con 67 años si la gente joven no trabaja?
Faltaría un gráfico en el que se viera el porcentaje de variación de sueldo respecto del individuo modelo…
[…] en decir: bueno da igual; el índice de subocupación es alto en todas las carreras, aunque la cosa no es uniforme según que titulación. Y no tenemos que obsesionarnos con que la gente no trabaje en algo relacionado con su titulación […]