En la última etapa expansiva que precedió a la profunda crisis iniciada en 2007, la economía española destacaba por la intensidad del proceso de capitalización llevado a cabo, superior a la registrada por la mayoría de nuestros socios europeos. El capital se acumulaba a ritmos muy elevados e incluso mantenía el ritmo inversor en niveles similares a los de las décadas previas, en un contexto internacional de ralentización del ritmo de avance de la acumulación de capital. El esfuerzo inversor, es decir, el porcentaje que representa la inversión en relación al PIB (FBCF/PIB), alimentado por el boom inmobiliario, alcanzaba un máximo histórico del 31% en el 2007 (gráfico 1), porcentaje nunca antes registrado en nuestro país desde las más remotas estimaciones de mediados del siglo XIX, y solo comparable al de algunos países asiáticos como China o India.
La crisis financiera internacional iniciada en verano de 2007 y en la que todavía nos encontramos inmersos, ha roto esta tendencia y, en el transcurso de tan solo cuatro años, el esfuerzo inversor se ha reducido en nueve puntos porcentuales (hasta el 22%), como consecuencia del descalabro de la inversión, muy superior a la caída registrada por el PIB, volviendo a los niveles de principios de la década de los noventa del pasado siglo.
¿Cuáles son los rasgos más relevantes de las dotaciones de capital actuales de la economía española?, ¿cuáles han sido los efectos de la crisis sobre la acumulación de capital? y ¿qué sectores y activos se han visto más afectados por la misma?, son algunas de las cuestiones a las que se va a responder en esta entrada. (más…)